sábado, 1 de julio de 2017

La memoria secreta de las hojas, de Hope Jahren

Hope Jahren
LA MEMORIA SECRETA DE LAS HOJAS
[Lab girl, 2016]
Trad. M. José Viejo Pérez e Ignacio Villaró Gumpert
Paidós, 2017 - 336 páginas - inicio - booktrailer
[interesante lo relativo a las plantas;  funesto el resto]
«No HAY RIESGO MÁS ATERRADOR que el que corre la raíz primigenia. Si tiene suerte, algún día llegará a encontrar agua, pero su primera tarea es la sujeción: tendrá que anclar un embrión a la tierra y terminar para siempre con su fase móvil, aunque su movilidad fuera meramente pasiva. Una vez que esa primera raíz se ha extendido, la planta no volverá a albergar la menor esperanza (aunque sea débil) de poder resituarse en un lugar menos frío, menos seco, menos peligroso. De hecho, deberá enfrentarse al frío, a la sequía y a las fauces voraces sin ninguna posibilidad de emprender la huida. La raicilla solamente tiene una oportunidad de saber lo que obtendrá en los próximos años, décadas, siglos incluso, en el suelo en el que se encuentra. De manera que evalúa la luz y la humedad del momento, revisa sus propias constantes y, literalmente, se lanza a por todas.
    Arriesga el todo por el todo cuando las primeras células (el hipocófilo) avanzan desde la cubierta de la semilla. La raíz crece hacia abajo antes de que el brote lo haga hacia arriba, y de ahí que el verde retoño no pueda generar nuevos nutrientes en el curso de los días o semanas siguientes. El juego es arriesgado, y perder conlleva la muerte. Las apuestas están a más de un millón contra uno.
    Y sin embargo, cuando gana, lo hace a lo grande. Si una raíz encuentra lo que necesita, se desarrolla en forma de raíz primaria, una sujeción que puede romper el sustrato rocoso, y que mueve durante años varios litros de agua cada día, y lo hace de una manera mucho más eficiente que cualquier bomba mecánica ideada por el hombre. De la raíz primaria salen otras raíces que se entrelazan con las de la planta que está junto a ella, y estos apéndices alertan a la planta del peligro, de la misma manera en que las neuronas se intercambian información por medio de las sinapsis. El área cubierta por este sistema radicular puede llegar a ser cien veces más grande que la de todas las hojas juntas. Si en la superficie de la tierra quedara destrozado todo, absolutamente todo, la inmensa mayoría de las plantas podría volver a crecer a partir de una raíz intacta. No una vez ni dos. Algunas más.» (págs. 73-74)

2 comentarios:

Enabio dijo...

La historia natural vende. Pero que nadie se engañe. Ya lo hice yo. Este no es un libro de historia natural. Es un libro de peripecia personal. De botánica, más bien poco. Está lleno de anécdotas personales, en mi opinión, irrelevantes, con un excesivo abuso del "yo, mi, me, conmigo". “Chica de laboratorio” es el título original. Cualquiera puede suponer el objetivo de los editores al cambiar el título en castellano. Había que usar una de esas palabras mágicas: “secreta” (memoria secreta). Simple marketing. Para la autora, la ciencia es un título, una carrera profesional y nos relata sus esfuerzos por “brillar”…
Confieso que cuando vi que el libro se presentaba como el “best seller” de una de las personalidades “más influyentes” (sic) desconfié de tal arrogancia. Háganlo ustedes.
Pero lo más sorprendente es que, en muchas de las reseñas que se han publicado del mismo (acaso copiadas unas de otras sin haber leído el texto), se compare a la autora con Jennifer Ackermann (El ingenio de los pájaros es excelente), Oliver Sacks, Stephen Jay Gould, o el mismísimo Gerald Durrell. Nada que ver.
Cuando uno ha leído buena literatura, no se acostumbra a la mala. Mi opinión: científicamente pobre (el libro, no juzgo a la autora), culturalmente irrelevante. Y desde punto de vista editorial un producto que se pretende vender con publicidad engañosa.
Disculpen la franqueza.

Elena dijo...

La franqueza siempre se agradece.
Además, estoy de acuerdo en todo.
Gracias por compartir su opinión.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...