miércoles, 17 de enero de 2018

Diario de 1926, de Robert Walser


Robert Walser (Suiza, 1878-1956)
DIARIO DE 1926
[das tagebuch-Fragment von 1926. Zarte Zeilen]
Trad. Juan de Sola Llovet
La Uña Rota, 2013 - 80 págs. - Bibl. Gràcia
[Walser por Walser]

«Encontrar una habitación, esto es, la búsqueda de un espacio, un atelier de creación, que al mismo tiempo sea un lugar indicado para contener el sueño, ha sido para mí desde siempre, ruego ancarecidamente que se tenga en cuenta, una forma inmejorable de salir a dar un paseo y darle al cuerpo una algría al aire libre. Hoy casi me asombro cuando compruebo que mi buena salud es una realidad, sin que ello signifique que pretendo jactarme lo más mínimo de mi bienestar físico, lo cual no me parecería de buen tono. De todos modos, me doy las gracias a mí y al Dios que está encima de nosotros, pero me acuso de indolencia y de vacilación, que a mí me parece francamente ridícula, con respecto a las explicaciones que he prometido dar, cuando se me ha ocurrido mencionar un librito que contenía la historia de un orfebre y de su ayudante. De hecho, por espacio aproximado de un año, adquirí la costumbre, sumamente curiosa y en realidad un poco extraña, de leer primero y estudiar estos libritos con ahinco, e inmediatamente después y en segundo lugar, sonsacar de todo lo leído una historia propia, esto es, algo gracioso, divertido, egoista, placentero y juguetón, circustancia, ésta, que puede haber sido y hasta constituido una curiosidad literaria y sobre la cual parece que debo sin duda ofrecer información más detallada. Porque la cuestión de ir arrancando y desplumando de creaciones ajenas los motivos para escribir, como he hecho yo, muy a mi pesar, de vez en cuando, ha suscitado, como es de suponer, un gran revuelo.» (págs. 29-30)

Patricio Pron dixit: «A ese último período se remonta este Diario de 1926, que no es precisamente un diario, que tal vez no fue escrito en 1926 y que carece de tema. Vale decir: en este libro se habla de una cierta Erna, de la viuda que alguna vez le alquiló una habitación en su casa a Walser, de un compañero de colegio del escritor, de una visita que éste hizo al fisco, etcétera, pero el verdadero tema de este Diario de 1926 (si tiene alguno) es la imposibilidad de una literatura sin autor. A lo largo del libro, Walser se pregunta qué se dirá de él, si se lo considerará "frívolo o superficial" (8), se detiene ante "una duda nada desdeñable" (13) y dice encontrarse "en un mar de dudas" (22), no se "atreve" (14), habla de "obstáculos" (20), se detiene a evaluar lo que ha escrito, se pregunta "cómo decirlo" (11), considera posible fracasar en su objetivo y eso lo hace "temblar de desprecio" hacia sí mismo (20), sostiene que su obra está llena de "falsedades" (34), le atribuye "chapucería o elaboración romántica" excesiva (67), vuelve "a empezar" (46), se pregunta si debe "seguir adelante" (56), se echa en cara su "inseguridad" e "irresolución" (70), renuncia a la intención y al esfuerzo (75).»

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